Director: Clint Eastwood
Título Original: The bridges of Madison County
Idioma en que se proyecta: V.O. Subtitulada español
País: U.S.A.
Año: 1995
Duración: 134´
Reparto: Clint Eastwood, Meryl Streep
Premios: Nominada a muchos, premiada en mi corazón.
Elegida por: Notoriamente Nefasto
No puedo ver muchas veces “Los puentes de Madison”, porque,
cada vez que la veo, se me desgarra el corazón.
La ocasión, sin embargo, lo merecía. Una gran película, para
estrenar mi nueva casa. Champán para brindar, aunque se rompa el corazón. Con
la intención de romper también vuestros corazoncitos, escondidos bajo esa coraza
de músculos y acero.
Miedo de que no sintáis como yo, y como, afortunado yo, más
personas muy queridas y cercanas a mí, sentimos esta película. O alivio, por
otro lado, porque si sientes los puentes de Madison, si te metes en lo que les
pasa a Francesca y Robert, el corazón se rasga, se rompe, la pena te invade, la
desolación del amor que no puede ser, y que sin embargo es, te mata. Yo no
quiero mataros, válgame Dios, os quiero mucho, y vuestros corazones son
importantes para mí. Pero es que la peli, es tan bella, tan cruel, tan
maravillosa…
Francesca y Robert están en esa encrucijada donde, escojas
el camino que escojas, vas a sufrir. Si apuestas porque “ésta clase de certeza,
sólo se tiene una vez en la vida”, y como alguien dijo en otra gran película, te
dices a ti mismo: “Dejemos que el amor nos dé de hostias!”, sabes que, al
final, puede que ése amor acabe manchado por la sucia rutina. Que lo que hoy es
una certeza, el maldito tiempo transforme en una duda. En una puta duda.
Francesca lo sabe, y, aunque ama con toda el alma, como hace tiempo que no amaba,
como nunca amó, sin embargo, decide lo razonable. Decide lo prudente. Aunque
duda. Su mano agarrada a la manilla del coche, duda.
Si, por el contrario, escoges el camino de la rutina, dejarás de lado la pasión del primer momento. Ésa que te hace sentir tan vivo, y que, crees, tienes la certeza, la puta certeza, de que durará siempre. Y en tu posterior vida rutinaria, esa sensación de que elegiste el camino incorrecto, te acompañará siempre. Te hará sufrir hasta el último día.
Disfrutemos al menos ese primer día, en el que nos falta el
aliento. Y el segundo, en el que una copa de vino y bailar es tocar el cielo.
Olvidemos el tercer y el cuarto día. Son tan bonitos el primer y segundo día,
la primera y segunda noche.
Es el amor. Ése milagro al que tenemos acceso. Ése regalo
envenenado que la vida nos brinda, de vez en cuando, que es a la vez tan bello, maravilloso y cruel, como Los puentes de Madison County.